20/3/17

Carta #4

A veces (casi todo el tiempo) es difícil (casi imposible) encontrarte en otro lugar que no sea en mi memoria. Eres ese recuerdo que con el pasar del tiempo va adquiriendo un tono sepia, como el que tienen las fotos desgastadas y viejas.
Es difícil hablar con tu sombra pues es solo un retrato de lo que antes fue la felicidad.
Admito que te fuiste, como también, que me haces falta. Puedo estar seguro que tu ausencia ha pasado a ser una tortura con la que he convivido por algún tiempo ya (no puedo asegurar con exactitud si son meses o años).
No recuerdo cuáles fueron las últimas palabras que te escuché pronunciar (irónico, pues recuerdo con exactitud cada imagen), sin embargo, recuerdo muy bien, detalle por detalle, cómo fue nuestro último beso. Y no niego que a eso me aferro, para soñarte y tenerte a mi lado.
Me aferro a ese recuerdo dulce de tu boca, de tus labios encendidos...
La noche fría, las estrellas brillando y la luna se mostraba tímida sobre nuestro horizonte; el aire era puro; se podía sentir nuestra respiración, que por un momento fue una sola. Nuestras miradas se cruzaron, intercambiaron un mensaje en aquel código secreto que las mantenía unidas, el final era inevitable.
Ese beso duró una eternidad...

12/3/17

Carta #3

Te busco, quizás porque entre tantas personas a veces me siento perdido, porque la soledad insiste en que debo encontrar a la persona correcta, aún cuando el tiempo huye gritando al viento que las utopías hace tiempo se secaron, como las flores que quedan olvidadas en los floreros de un hospital sin enfermos.

Te busco, porque entre tantas cosas pendientes, siempre he encontrado la forma de mirar en otras miradas, de sentir en otras pieles, de escuchar en otras voces y probar en otros labios por si acaso entre todo eso, pueda encontrar algo que me diga que eres tú la que me ha encontrado a mi.

Te busco, como algunas flores que giran de formas extrañas conforme pasa la luz del sol, y al anochecer, cuando la oscuridad lo cubre todo, cierran sus pétalos como mirando hacía sí mismas, buscando la luz que hay en ellas. Así yo, en las noches me vuelvo hacia adentro, a buscarte entre mis sueños y en mis desvelos. Sobre las hojas, trazo caminos entre los espacios de mis letras, como mapas y bitácoras tratando de encontrar la forma de llegar a ti.

Sé que me has leído, que tus ojos se han posado alguna vez sobre mis letras, que tus manos han sujetado en sí, la esperanza que en cada una de ellas deposito.
Sé también, que has pensado en buscarme, en acercarte un poco para darme ese beso que por ahora, a causa de la distancia, sólo has podido arrojar al viento.

Quizás pronto tengamos el valor de reconocernos abiertamente y seamos entonces eso que desde hace ya tanto hemos estado buscando el uno del otro.

6/3/17

Había pasado un tiempo sin tomar un lápiz, de desahogarme y escribir cartas que nunca llegaran, o quizás si, quien sabe.
Había perdido ya la noción del tiempo, todos los días parecían iguales, sumergido entre libros y letras, perdido en mi habitación, tratando de sostener el techo con la mirada.
El café estaba frío, mi cuarto era un completo caos, pero esa noche, mi mano empezó a escribir...

Carta #2

Nunca aprendí como retener a nadie y sinceramente, creo que tampoco lo haré.
Pero hubiera dado cualquier cosa por quedarme un segundo en tu mirada, por tener alguna razón, por más pequeña que parezca, que te haga volver.
Tampoco aprendí a disfrazar mis intenciones con palabras vacías, inventándote historias, batallas y victorias que nunca sucedieron.
Me agota recordar las calles que conquistamos, las tardes de lluvia de tu mano, observar la luz de tu sonrisa que me hacia creer que no era tarde y que la vida podía sorprenderme.

Hoy la ciudad reclama la luz de tu ausencia y tus pasos por la calle.
El día se tiñe de gris, no veo risas en la cara de la gente, y tampoco encuentro historias de amor que me hagan olvidarte.
Últimamente, los días son una figura repetida, que deja un vacío, uno mas a la colección que ya tengo adentro y que espero poder resolver algún día.
El motivo de esta carta, no es pedirte que vuelvas, ni mucho menos.
Es contarte como pasan los días en Quito, en estas calles llenas de luz y vida que nos vieron felices y que hoy están embriagadas de rutina, empapadas de gris, esperando que salga el sol, mi sol...